La Pureza: Reflejo del Amor y Santidad de Dios
La pureza es un tema que se menciona frecuentemente en la Biblia. Dios nos llama a ser puros en todo lo que hacemos y a mantenernos lejos de la impureza. El libro de Efesios nos dice que Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5:25-26).
¿Qué significa realmente ser puro?
La pureza es la ausencia de toda la impureza que contamina. En el contexto de nuestra relación con Dios, la pureza abarca aquellos aspectos en los que el pecado ya no determina nuestras elecciones. La pureza moral se refiere a la ausencia de pecado en nuestra vida moral. La pureza emocional se relaciona con la ausencia de emociones y pensamientos que nos alejen de Dios, mientras que la pureza espiritual se refiere a la ausencia de cualquier cosa que obstaculice nuestra comunión con Él.
La pureza y su relación con Dios
La pureza está estrechamente relacionada con Dios, quien es santo y puro en su naturaleza. Cuando Dios creó los cielos, la tierra y los seres vivientes, todo era puro. Incluso cuando creó al hombre y a la mujer, eran puros. Sin embargo, el pecado es la causa que deteriora la pureza y nos aleja de nuestro amado Padre.
Cómo alcanzar la pureza y mantenernos libres del pecado
Para acabar con el pecado y mantenernos puros, debemos recurrir a nuestro Señor Jesucristo, arrepentirnos sinceramente y acudir a Él para que nos limpie. El libro de Juan 3:16 nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Este versículo ejemplifica claramente el amor de Dios y su deseo de que seamos puros, por eso envió a su Hijo para que pudiéramos alcanzar la pureza.
La pureza como expresión del amor de Dios
La pureza es una expresión del amor de Dios y está íntimamente relacionada con su santidad. Dios anhela que llevemos una vida llena de pureza emocional, moral y espiritual, alejados del pecado, para que podamos tener una conexión profunda con Él y disfrutar de su presencia. Como dice Mateo 5:8: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.