Dios me rompió un diente
Dios me rompió un diente: Es mentira que a Dios no le importan los detalles pequeños de tu vida.
Quiero empezar compartiendo contigo una historia en la biblia que llamó mucho mi atención. Pronto llegaremos a la parte donde Dios me rompe un diente, mientras tanto te pido que me acompañes en la lectura del pasaje que se encuentra en 2 Reyes 6:1-7. El pasaje titula el ¨milagro del hacha¨, pero honestamente el milagro no es lo que más me sorprende de esta historia.
El milagro del hacha
La historia habla del día en el que la comunidad de los profetas le dijo a Eliseo que querían construir un albergue porque el lugar donde vivían ya les quedaba pequeño y para ello requerían ir al Jordán para recolectar madera y a Eliseo le pareció bien. A petición de uno de los profetas, Eliseo los acompañó y mientras cortaban los árboles a uno de los profetas se le zafó el hacha y cayó al río, a lo que el profeta gritó, ¡Esa hacha no era mía! Eliseo ante lo sucedido preguntó dónde cayó y cuando se le indicó el lugar cortó un palo y, echándolo allí, hizo que el hacha saliera a flote y así la recuperó.
Lo que más me impresiona
El profeta Eliseo en mi opinión es uno de los profetas a través de los cuales Dios hace cosas increíbles, algunas de ellas inexplicables -para mi comprensión-, son de esas cosas que dices ¡Guau! Y luego dices, pero ¿para qué?. Para mi este pasaje es uno de esos, comprendo que el hacha saliendo a flote es un milagro, pero eso no es lo que más me impresiona, lo que conmueve mi corazón son las palabras del profeta antes del milagro.
– ¡Hay, maestro! – – gritó -. ¡Esa hacha no era mía! 2 Reyes 6:5 NVI (Edición Diario Personal)
¿Alguna vez rompieron o perdieron algo que no era de su propiedad? ¿Algo prestado?, entonces imagino que al igual que yo, saben lo que ese milagro significó para el profeta.
A veces pienso que Dios está ocupado con las cosas grades: sanando enfermedades, atendiendo desastres naturales, dándole una canción a Marcos Brunet, etc. Sin embargo, el pensar así me lleva a dejar a Dios fuera de mi cotidianidad, como la vez que rompí una botella de vidrio en la casa de una amiga o cuando estaba pasando horas terminando mis prácticas finales de la maestría, dejando de comer o descasar bien. En esos momentos ¿Pensé acaso que podía hacer algo sin la ayuda Dios?
El día que leí este pasaje estaba en medio de mi propia carrera de velocidad, tratando de terminar mis prácticas a tiempo, sin importar el precio (no me cuidaba, no descansaba ni comía bien), así que casi sin esperar un milagro de tipo ¨Eliseo¨ hice una corta oración: Padre gracias por tus grandes manifestaciones en mi vida, te pido que me ayudes a verte obrar en mi cotidianidad, porque sé que estás haciendo cosas que por no poner atención no he podido ver.
Dios me rompió un diente
Acto seguido continúe con mi carrera de velocidad, pero ¿Qué creen? A las pocas horas mientras almorzaba un pollo suave, la carilla de uno de mis dientes delanteros se rompió. Era una carilla que ya tenía que atender hace tiempo, porque para quienes no lo saben las carillas no son eternas.
Sin embargo, como en mi lista de prioridades yo estoy al final, lo estaba postergando. Cuando iba corriendo al espejo quería llorar, pero no por el diente sino por la frustración, mientras corría solo pensaba ¡no! ¡no! ¡no tengo tiempo para esto! ¡Tengo prácticas, tengo pacientes, tengo talleres!
Cuando llegué al espejo y me vi, era algo muy notorio que requería abandonar mi carrera y en ese momento entendí la voz suave de Dios diciendo, tuve que romperte el diente, de lo contrario lo seguirías postergando. En ese momento todo empezaba a tener sentido para mí, la oración que hice en la mañana, la forma en la que me trate diciéndome a mí misma ¡no tengo tiempo para ti!
Entonces lo entendí todo
Y entendí todo, ¿de dónde venía esa voz? Dios nunca diría no tengo tiempo para esto, no tengo tiempo para ti. A Él le importa absolutamente todo de nosotros y le importa que nos amemos con la misma calidad de amor con la que Él nos ama.
Ese día abandoné mi carrera, renuncié a la idea de avanzar sola, terminé con la ayuda de Dios todas mis prácticas y estoy a un paso de recibir la titulación, pero el último tramo sin duda lo hice con la convicción de que Él está interesado en todo lo que me pasa, incluyendo comer y dormir bien. Y claro, también ya me estoy encargando de esa carilla.
Tú también puedes invitarle a tu cotidianidad, estoy segura de que ¡ÉL te sorprenderá!